domingo, 7 de septiembre de 2008

en el ascensor 3º parte y final

Entré al ascensor como una tromba, sin ser en ese momento consciente de que Caroline me seguía detrás, estaba tan ofuscada que no me di cuenta de nada, hasta que no note que una mano me agarraba con suavidad, ninguna de las dos tuvo tiempo de apretar ninguno de los botones del ascensor cuando esté se puso en marcha, nos quedamos un momento paradas hasta que pude reaccionar y me di la vuelta para encararme con Caroline pero no supe ni que decirle ni como decirlo, me sentía como si ella hubiera podido atisbar en mi interior y ver lo que durante tantos años había intentado ocultar a los demás y sobre todo a mí misma, y al pensar eso, la vergüenza me atenazo durante unos minutos en los cuales estuve con los ojos clavados en el suelo.

Las puertas se abrieron y nosotras nos separamos a una distancia prudencial, entraron y volvieron a desaparecer un par de pisos más abajo, la tensión se palpaba en el aire, al volver a quedarnos solas, por impulso accione el botón de parada, y se paró seguido de un fuerte ruido, nos miramos, sus ojos escudriñaban los míos para descubrir en ellos el motivo de mi comportamiento, pero yo, como si toda la tensión de las últimas horas hubiera explotado, como si Caroline hubiera despertado algo dormido, me sentía como si me hubieran dado cuerda, como si ella hubiera sabido que teclas de mi tenia que tocar para que saliera a la superficie lo que yo por miedo había estado ocultando.

La miré, el ascensor seguía en parada, pero no me importo, en ese momento sólo quería dar salida a mis impulsos, a mis sentidos que acababan de despertar, sólo quería que ella volviera a cogerme del brazo, del cuello, necesitaba que me tocara, que me hiciera sentir viva, que me transmitiera las mismas sensaciones o mejores de hacia escasamente una hora, mi cuerpo anhelaba recuperar el tiempo perdido, sentir lo que le había negado tantos años y era ella con su sola presencia y su audacia la que lo había conseguido.

La sonreí, mi timidez empezaba a evaporarse al sentirla cada vez más cerca, Caroline me buscaba y su sola presencia me excitaba mucho más de lo que mi novio había conseguido en los tres años de relación.

Con todo el aplomo que pude reunir me acerque a ella y la fui empujando hacia el final del cubículo, era amplio así que el aire aún era respirable, la seguí empujando hasta que su espalda toco el espejo y su cuerpo se preparo para recibirme, me pegue a ella, mientras mi mano se deslizaba por su nalga y con avidez separaba la abertura de la falda para deslizarse por su interior para deleitarse mediante el tacto, me gustaba, tenia la piel muy suave y agradecía mis caricias acompañándolas de movimientos rítmicos, su cabeza se inclino y sacando la punta de la lengua por entre sus labios carnosos buscaba mi boca, me pegué más a su cuerpo y jadeando le regale mis labios para que disfrutara de ellos, mordiéndolos con suavidad, agarrando mi labio superior entre sus dientes, me abrazo con fuerza y apartando mi mano pego su sexo a mi cadera y entre jadeos mutuos nos fuimos pegando cada vez más hasta que no se podía distinguir sus muslos de los míos.

Nuestras bocas seguían cosidas por un hilo de saliva, y nuestros cuerpos seguían recreándose, hacía tiempo que no disfrutaba del sexo y yo estaba sorprendida de mi comportamiento, me parecía imposible hacer lo que estaba haciendo no sólo por que fuera una chica sino también por que la acababa de conocer pero todo estaba resultando demasiado natural y cuando estas cosas suceden lo mejor que se puede hacer es dejarse llevar.

Nuestros cuerpos fueron cediendo a la famosa ley de gravedad de Fulton y en el empeño de Caroline por no dejarme caer, nos caímos las dos, su mano freno la caída pero aún así fue aparatosa y vino acompañada de golpes del exterior, en nuestra burbuja no nos habíamos dado cuenta del escándalo que se estaba armando fuera, habían llamado a los bomberos porque pensaron que se había atascado el ascensor y estábamos en peligro, en ese momento nos dimos perfecta cuenta de la situación y nos levantamos como un resorte, yo estaba coloradísima y Caroline estaba satisfecha y hasta se permitió bromear diciendo que si era así de fogosa, apasionada y curiosa en todo el puesto era mío sin lugar a dudas. Nos reímos y nuestras risas pudieron suavizar la tensión del momento.

No había transcurrido ni cinco minutos cuando dándonos cuenta pulsamos las dos al mismo tiempo el botón de puesta en marcha y nuestras manos se rozaron, sonreímos al unísono y en ese momento se abrieron las puertas, en la misma planta donde todo había empezado y pensé con cierta tristeza si no habría terminado también, afuera estaban los compañeros de Caroline de selección de personal que habían acudido al enterarse del lío, los bomberos ya se habían marchado al ser conscientes de la inutilidad de su presencia y los otros aspirantes al puesto estaban curioseando por ahí.

Caroline estaba tan enfrascada que sin que se diera cuenta recogí mi bolso que había ido a esconderse en una de las esquinas en pleno forcejeo y con una mirada en derredor me fui pasillo adelante y desaparecí por una de las escaleras.

En menos de quince minutos, salí por la fachada del edificio y una bocanada de aire fresco me espabiló por completo, no había llegado a dar la vuelta a la esquina cuando me dí cuenta de que mi curriculum con mi número de teléfono y demás datos como mi dirección estaban en su poder y sabía perfectamente que aunque el puesto no fuera para mi, o quizás si, el tiempo lo diría, salí con la convicción de que acababa de ocurrir algo fantástico, la fuerza que necesitaba para reunir el valor para decirle a mi novio que nuestra relación no tenia visos de continuar porque sintiéndolo mucho me había dado cuenta de que era lesbiana, y me había costado asumirlo, que esperaba que lo entendiera sin que su machismo se viera afectado, mientras en mi imaginación se anticipaba la escena que unas horas después en la realidad se desarrollaría con pocas variaciones, seguí caminando con la mejor de mis sonrisas y como si todo tuviera un sentido, días después recibí la llamada de Caroline para felicitarme por haber superado la entrevista y se me citaba para otra reunión, pero esta vez soltó entre carcajadas Caroline nada de ascensores, te invito a cenar para ponerte al día del funcionamiento de tu trabajo.

- Cenar? Le contesté intentando aparentar timidez- querrás decir que me estás pidiendo una cita?- Le respondí con risas, parecía mentira lo que estaba ocurriendo, pero a veces pasa.
- Llámalo como quieras pero el viernes paso por tu casa y te recojo, no por nada pero te dejaste con las prisas una cosa en el ascensor y creo que deberías quedártelo, y de paso nos ponemos al día.
- Del trabajo? Le conteste con picardía.
- De nosotras, necesito averiguar donde te has metido todos estos años – soltó con cierto aire peliculero.
- De acuerdo- ahí estaré – me despedí con naturalidad, pero la sola idea de volver a verla, hacia que mis sentidos cobraran intensidad, despertaran del letargo.

Sonreí, mientras agradecía el mejor invento del siglo, el montacargas, por que me había puesto la vida patas arriba y me encantaba la sensación, nunca jamás me había sentido tan viva, y con cara de satisfacción y paso firme salí a la calle.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ole ole y ole!. Si una fuere editorial no te dejaba escapar.
Muak!

Anónimo dijo...

Plas plas plas plas! Son aplausos jajaja, y eso que dices que no sabes escribir, si llegas a saber qué, eh eh eh?
Oye bollito de crema me ha encantado! Muak!
z

labollo dijo...

gracias z y h, anda que!!!! menudos nicks os habéis pillado
me alegro de que os haya gustado, próximo post probablemente sobre mi fantasia sexual de ligarme a una ginecologa o bien sobre mi primera visión de dos tias juntas

Anónimo dijo...

Tás tardando.
A ver si te gusta más este:
Pisto.