viernes, 22 de agosto de 2008

sex in the bed

En un espacio tan reducido como puede ser una cama, se puede ser inmensamente feliz, pero también triste cuando termina y el recuerdo se queda pegado a las sábanas, y la habitación se llena de tristeza, la ventana te llama, la lámpara de noche te guiña el ojo y la mesita de noche permanece inmutable, son objetos pero los observas con otros ojos como si hubieran quedado impregnados de ronquidos, sexo, gemidos, caricias, promesas, susurros, súplicas, y por más que limpies la habitación, cambies de sábanas, se ha quedado ahí como la fragancia de una flor se queda prendida un cierto tiempo a esas manos que la cortaron.

Pocos días han transcurrido desde que has vuelto a respirar en mis manos, muchas horas desde que te he vuelto a ver en posición horizontal, desde que he hundido mi mirada en la tuya, hundido mis dedos en tu sexo, hundido mi lengua en tu boca, hundido mis sueños en tu hombro, hundido tu cabeza en mi sexo, horas y horas de calma, de suspiros, de gemir, de placer, de miedo a volver a perderte, de querer hacerte feliz por encima de todo, de darlo todo a cambio de todo y de nada al mismo tiempo.

Y transcurrido eso, llega la cruz, el recuerdo de lo ocurrido, ese espacio en el que durante unas horas te di lo mejor de mi, y absorbió lo mejor de ti es un pequeño infierno porque me recuerda lo efímera que es la felicidad, ese espacio que huele a sexo, el tuyo, el mío, desprende sudor, de las dos, emana placer, significa insomnio para la superviviente, el olor al principio es evocador, te abraza, te produce ternura, con el tiempo se convierte en dolor y te obligas a lavar las sábanas y a intentar cambiar un poco la estructura de la habitación, pero las paredes son como espejos y te retrotraen a otras noches, noches increíbles, noches insomnes, noches cómplices, noches risueñas porque estabas tú.

Y te has ido, y te lo has llevado todo y me dejas vacía en ese pequeño espacio reducido en el que he sido inmensamente feliz.

Existen los ecos? Porque a veces creo que el roce de las sábanas susurran nuestros nombres.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanto mas lo leo mas me emociona.
un beso

labollo dijo...

gracias por tu comentario anónimo, pero quien eres?
un beso

Anónimo dijo...

No puedo hablar: mis labios estan sellados

labollo dijo...

sellados? más bien ocupados en placeres terrenales, jejeje, gracias por pasarte de todas formas,
próximo post.... sexo en el ascensor

Anónimo dijo...

para ser privado... anda que no entramos!

Anónimo dijo...

donde pone q es privado?

Esperamos ese proximo post!

Anónimo dijo...

no lo pone es obvio pero a mí me dijo que lo era!

Anónimo dijo...

jajajaja pues q viva el "desvirtuing"

Anónimo dijo...

Guauuuuu! Es una gozada leerte, lo haces de miedo, escribir digo eh.... jajaja.
Un besazo!